lunes, 9 de enero de 2012

ALMAS BAJO EL MAR...

¿DESTINO?

ADEMARO

Estaba demasiado asustado para pensar, no podía moverme, no podía hablar, nisiquiera podía mirar otra cosa que no fuera su alma acercándose lentamente a mí, tentándome a probarla, hasta que se apodero de mi cuerpo y la engullí como si fuera el mejor postre que había tomado nunca.
De repente vi su rostro entre la multitud. No la estaba buscado ahí, pero la vi. Estaba arrodillada en el suelo, sujetando fuertemente las manos en torno al pecho como si se le escapara la vida entre los dedos si dejaría de hacerlo. Su llanto demasiado áspero me inundo los oídos y todo se nublo. Su imagen se gravo con fuego en cada fibra de mí ser y reviví su último recuerdo.
No llores mi amor, se feliz, estaré siempre contigo, fue la promesa que le había hecho y también sus ultimas palabras. Sin embargo su cuerpo había muerto, no podía cumplir su promesa, yo lo sabía.
Los primeros momentos al absorber un alma siempre son intensos. Inevitablemente revives sus últimos recuerdos, sus inquietudes, sus miedos, y conoces sus seres queridos. Sin embargo esta alma solo la proyectaba a ella. Su mayor miedo no era haber muerto, sino dejarla sola, no poder cumplir su promesa. No tenia ni un solo recuerdo donde ella no existiera, estaba tan lleno de amor que inevitablemente sentí celos. Porque tenia que ser precisamente ella?
En cuanto el medico confirmo el fallecimiento de la victima, la vi correr muy deprisa hacia el bosque. No quería seguirla pero no me quedaba alternativa, el alma que se había apoderado de mi cuerpo la seguía y no pude controlar las ansias que tenia de estar a su lado.
Desde lejos la observe mientras corría por el bosque sin mirar siquiera donde pisaba, tropezando con las ramas, arañarse los pies descalzos, dejando huellas de sangre, que seguía como un poseso.
Se acerco a la playa y descanso los pies en el mar mientras no dejaba de preguntarse porque había ocurrido todo aquello…
La escuche chillar desde la profundidad del boque donde me escondía y su grito hacia eco en mis oídos al igual que las montañas que ocultaba la playa de la civilización.
El alma que ahora poseía sin mi voluntad gritaba también. Gritaba tanto que tuve que taparme los oídos intentando acallarle, no quería sentirle mas, me abrumaba su dolor, me atormentaba la idea de tenerle mas tiempo deambulando por mi mente. Tenia que alimentarme de otra alma rápidamente para borrar su recuerdo, para no escuchar más su llanto.


GISELLE
Sentía su presencia en todas partes. El no me había abandonado. Seguía aquí, conmigo, como me había prometido.
Era el secreto inconfesable que guardaba como mi mayor tesoro.
Yo le sentía, aunque no podía verle, le sentía. No había desaparecido, solo había cambiado de forma, ahora era eterno y estaría siempre conmigo.
Quien quiera que me escuchara pensaría que estaba loca, pero yo conocía la verdad, solo yo.
Rehusaba creer que su esencia estaba entre las cenizas de aquel jarrón azul, ahí solo estaba su cuerpo, sin embargo su alma estaba junto a mi, siempre había estado.
Le hablaba todos los días, porque sabia que el me escuchaba, sabia que no se había marchado.

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