martes, 14 de diciembre de 2010

El primer capítulo ALMAS BAJO EL MAR...

Aqui se puede leer la primera parte del primer capítulo ALMAS BAJO EL MAR... ya disponible a la venta en librerias Mendez.

                                 
                                 Capítulo 1
                                            
                                                                     18 DE MAYO, 07:20 P.M.
PAGINAS DE DIARIO…

ADEMARO

Ese día de primavera había amanecido como otro cualquiera. Me había despertado temprano por la mañana y había ido a la playa.
Traspasé el bosque que ocultaba el trozo de playa que hacia tanto tiempo, me pertenecía.
 Había admirado el susurro del viento mezclándose en la sinfonía de los pájaros y había observado como sus alas golpeaban ligeramente el aire removiendo los pétalos recién florecidos de los cerezos.
Entre los oscuros pinos de desvanecía el viento. Gotas de brisa húmeda trepaba entre sus afiladas hojas hasta el horizonte.
 Me demore en el bosque admirando la variedad de colores que vestían los arboles más antiguos, los fructíferos y los que estaban más cerca de la playa, los tropicales.
El suelo húmedo del bosque estaba salpicado de pétalos blancos y rosas de los cerezos y los ciruelos que daban la nota de color entre las tonalidades de verde del resto de los arboles.
Entre el césped salvaje que cubría el suelo se escondían pequeñas florecillas de color violeta, tan pequeñas que apenas se notaban entre las malas hierbas que dominaban el bosque. Su olor dulce y al mismo tiempo fresco perfumaba el aire.
Llegue a la playa y observe la majestad de las olas al fundirse en la arena. Conté mentalmente los pájaros que sobrevolaban el cielo azul y se reflejaban en el mar.
A lo lejos observe un par de delfines grises que daban tumbos entre las olas. Podía ver cómo como sus saltos salpicaban gotas de agua que recorrían su piel resbalosa hasta unirse nuevamente con el mar.
Me quede escondido entre unos arbustos a la sobra de unas palmeras. No me atrevía a dar un paseo por la playa. ¿Y si ella apareciera justo en ese momento? No, no podía dejar que me viera.
Hacía tiempo que llevaba sin verla, las huellas de sus pasos en la arena ya se habían borrado. El viento había barrido la playa con fuerza disipando sus huellas y la lluvia de hace unos días había alejado su aroma. Aún así, la tenía más presente que nunca.
El frio invierno se había quedado atrás y con el también mi eterna espera, y junto con la primavera había florecido mis esperanzas de volver a verla. Después de un largo invierno sin verla, tenía más ansias que nunca del calor del sol que llevaba sus tímidos pasos a la playa.
Levante la mirada hacia el azul del cielo. Podía ver su sonrisa entre los blancas nubes y escuchar su voz entre el murmullo del viento. Recordaba con exactitud el sonido de sus pasos en la arena, el color esmeralda de sus ojos y el suave olor a lilas y orquídeas que desprendía su perfume.
Para mí ese día había empezado como otro cualquiera. Estaba esperándola, como siempre solía hacer en primavera.
No pensaba que ese día cambiaría toda mi existencia. Ya a estas alturas, eran pocas las cosas que podían sorprenderme. Llevaba mucho tiempo sin que nada altere mi penosa y excesivamente larga existencia. Pero ese día todo cambio.
Me quede en la playa esperándola durante toda la mañana y parte de la tarde, pero no apareció. Llevaba esperándola todos los días de esa semana. A veces estaba escondido entre las olas del mar y otras en cambio me refugiaba en la soledad del bosque.
 Hacía años que la esperaba, me había marcado una rutina esperándola todos los días, pero como a veces me pasaba, ella no llegaba.
 Eran ya las 04:20 de la tarde y el sol brillaba en el cielo sin ningún esfuerzo. Esa primavera había sido bastante caprichosa, pero ese día en particular se mantenía cálido sin mi ayuda.
Tenía que dejar de esperarla, era imposible que ella acudiera a una cita que no sabía que tenía. Pero era lo único que podía hacer. No tenía otra manera de verla.
El tiempo pasaba y no me atrevía a acercarme a ella. No podía presentarme delante de ella y dejar que me conozca, el voto de silencio que había jurado guardar, me impedía hacerlo… Prefería esperar.
El tiempo para mí no pasaba como para ella, eso lo tenía claro. ¿Pero qué otra cosa podía hacer?
Llevaba ya años observándola en silencio y no me importaba seguir haciéndolo si no fuera porque el tiempo no perdona. Pasa por ella como suele pasar por todos los humanos. Muy rápido, demasiado rápido para seguir pensado que tendré tiempo y valor para algún día acercarme a ella.
Decidí dejar de soñar con los ojos abiertos a cosas imposibles y prohibidas para mí y regresar a casa.
Mi familia seguramente me estaba esperando y no tendrían que estar muy contentos si supieran que he estado otra vez en la playa esperándola.
Por el camino a casa, al salir del bosque que ocultaba la playa, escuché el ruido de una sirena de policía.
Había mucha gente reunida en círculo alrededor de la víctima. Un hombre joven yacía inmóvil en el suelo. Supuse que fue atropellado por un coche por los murmullos de la gente reunida a su alrededor.
No tenía hambre, me había alimentado la semana pasada y podía resistir una semana más sin problemas.
No quería ver aquel accidente, no me apetecía ver más muertos. Estaba ya harto de tanto sufrimiento ajeno. Pero una fuerza extraña que superaba mi voluntad, me llamaba…
No quería acercarme, me quedé al margen entre la multitud reunida escuchando los llantos de dolor de su familia. Escuché cómo el médico comunicaba a sus familiares el fallecimiento de la víctima, e intenté alejarme, no quería presenciar aquello.
Intenté alejarme de ahí pero no podía, algo me retenía en ese lugar atando mi voluntad. Estaba inmóvil en la acera a pesar de mis intentos de marcharme de ahí. Aquella fuerza superior controlaba todo mi ser…
                                                      

1 comentario:

  1. eNhORabUeNa pOR tU OpeRA pRiMA aNgeLa. EscRIbIR uN LiBRo TAn lLEnO De PoEsIA, Es cOMo TeNEr Un HiJo, ALgO qUE tE SoBReViVIrá. pORqUe lOS HuMAnoS PasaN PeRo Las oBRaS qUeDAn.

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