Almas artísticas,
En la edad de la infancia, uno sueña con ser aviador, astrónomo o médico. Yo desde pequeña coqueteaba con la pintura y la música, esto último no se me daba muy bien, pero aún así me encantaba.
En mi familia tengo 3 primos cantantes, que alzan sus voces hacia el cielo con tanta fuerza que es imposible que los ángeles no oigan su canto. Me habría gustado nacer con este talente, igual que mis primos, pero no fue así. Me apunte a clases de quitara para instruirme en este maravilloso arte, pero al no ser mi vocación lo deje antes de conseguir destacar en él.
En cuanto a la pintura, siempre he sabido que una parte de mi le estaría eternamente agradecida por las veces que lleno mi mundo de color, cuando mi vida era demasiado gris para conseguir salir adelante por mis propios medios. Me acuerdo con melancolía los incansables noches que pasaba en vela intentado acabar un dibujo, que para mí era una obra de arte, que luego colgaría orgullosa en la pared de mi habitación.
Canalizar mi tiempo y energía en la pintura en la edad de la infancia y luego más tarde cómo adolecente, me lleno por dentro, me abrió las puertas a un mundo fantástico lleno de color dónde ¨una imagen dice más que mil palabras.¨
Llevo mucho tiempo sin dibujar, pero nunca olvidare que sentía cuándo estaba rodeada de pinturas impregnando mi alma en un papel.
Luego crecí, deje de pintar y empecé a preocuparme por ganarme la vida por mí misma. Ya no era una niña, ni tampoco una adolecente que podía fantasear eternamente con ser pintora, así que tuve que encontrar un trabajo que pudiera cubrir mis gastos y enterré mis sueños.
Pasaron varios años de mi vida sin tener un propósito altruista, sin que me preocupe que dejare al mundo cuándo me valla. En febrero del año pasado, un ladrón cambio mi vida. Se dice que no hay mal que por bien no venga. No entendí el dicho hasta entonces.
Al sentir su pistola apuntándome en el estomago, amenazando con matarme si no le daba el bolso, me estremecí pensando que no conseguiría escapar con vida ese día. Que tal vez había llegado mi hora y no había vivido suficiente tiempo para dejar algo mío al mundo.
Hasta entonces pensaba que era joven y que tenía toda la vida por delante para hacer lo que quiera, que me daría tiempo a desenterrar mis sueños algún día y cumplirlos, me equivocaba. La vida puede acabar en cualquier momento. La muerte no distingue si eres joven o viejo, cuándo menos te esperas puede atraparte en sus garras y su abrazo es fatal, no da segundas oportunidades.
No creo en las coincidencias, creo que todo en la vida sucede por algo. Esta experiencia me ha hecho despertar. Me ha hecho replantearme la vida, compartiendo más de mí misma y prepararme por si algún día vuelvo a encontrarme con la muerte.
ALMAS BAJO EL MAR… es parte de mí, es lo que dejare al mundo cuándo desaparezca, cuándo solo se quedan mis palabras.
El otro día un amigo leyendo mi blog, me aconsejo escribir más sobre mí misma. Nunca se me dio muy bien describirme. Descomponerme, cómo trozos de puzle y luego volver a juntar los pedazos para conseguir el dibujo de mi ser, no es algo que puedo conseguir con facilidad. Hay demasiados sentimientos indescriptibles para poder definir mi carácter.
Hoy he intentado desnudar mis sentimientos ante el que lea estas palabras. Que conozca parte de mí, que sueñe a mi lado, que sepa lo que me ha empujado a escribir este libro y que no lo dude en ningún momento, ahora es el tiempo de dejar constancia de nuestro paso por el mundo, AHORA cuándo aún estamos a tiempo.